Bravías notas
descomponen el orden
entropías y octavas estallan
y cuelgan de los cuerpos aguas termales.
La hembra ofrece la manzana
abre los sentidos
y despeja con los dedos, dudas:
roja y basta la pulpa asoma.
Los machos en fila
uno a uno
depositan la ofrenda:
perla seminal para perpetuar la especie.
Un coro de gemidos a destono
anuncian el final.
“Nada tan fugaz como la botella de coñac que cuelga de la mesa”.
La mujer serpiente se enrosca
espera el minuto germinal
una blanquísima línea
de polvo de ángel
entra al organismo.
Un narcocorrido incendia muta.
Falsos voyeristas
salen de las sombras
y terminan animal el rito.
Cinco cabezas ruedan por la pista
un gran silencio toma formas propias.
En el ambiente
los torsos se acalambran
y en leves contracciones danzan.
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