Ellos entran
en tu habitación mientras duermes
Te humectan la piel
con savia que cuelga
de encías cancerosas
y transforman la materia
purulenta y carnosa
en blanco líquido residual.
Unos estiran sus lenguas agrietadas
adelantándose al sabor primero
Los otros
los más sabios
esperan el corte transversal al cuello.
Tus órganos internos se detienen:
el cuerpo es bañado en su propio jugo,
y cuando se despelleja se deshuesa
El mazo rompe el cascarón que cubre al cráneo:
extrae el feto acunado
que habito en silencio.
Cada uno con su parte
desaparece hambriento
frente a la noche que desciende macerada de miedo
Al pie de la cama
se forman claroscuros
con las ramas
de los árboles
que friccionan el cuerpo
al cuerpo fragmentado
de la luna.
Todo parece detenerse
como un reloj que se ahoga
con sus propios granos de arena.
Hígados, páncreas, pulmones, riñones, bilis, viscosidad
contrastan con la alfombra azul en el piso.
Es hasta entonces cuando sientes
el torso y las extremidades divididas en partículas
cuando sientes cómo se te evapora el alma
por el hervor de la manteca
en el cazo: pero ya es muy tarde
para reaccionar
Las vísceras olvidadas
serán la comidilla del domingo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario